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Kibutz

El kibutz (palabra hebrea para "asentamiento comunal") es una singular comunidad rural; una sociedad basada en la ayuda mutua y la justicia social; un sistema socio-económico que tiene como principio básico la propiedad conjunta de los bienes, la igualdad y la cooperación en la producción, el consumo y la educación, el cumplimiento de la idea "de cada cual conforme a sus posibilidades, a cada cual conforme a sus necesidades"; un hogar para aquellos que lo han elegido como forma de vida.


Los primeros kibutzim (plural de "kibutz") fueron fundados unos cuarenta años antes del establecimiento del Estado de Israel (1948) por jóvenes pioneros judíos, principalmente de la Europa Oriental, que vinieron no sólo a redimir la tierra de su patria ancestral, sino también a forjar una nueva forma de vida. Su camino no fue fácil: un medio ambiente hostil, una tierra desolada y descuidada durante siglos, escasez de agua y falta de fondos fueron algunas de las dificultades que afrontaron. Luego de superar muchas privaciones lograron desarrollar florecientes comunidades que han jugado un papel predominante en el establecimiento y la construcción del estado.

Hoy en día hay repartidos en todo el país aproximadamente unos 270 kibutzim, que van de 40 hasta 1.000 miembros cada uno. La mayoría de ellos cuenta con 300 a 400 miembros adultos y una población de 500 a 600 personas. El total de almas que viven en kibutzim alcanza aproximadamente los 130.000, alrededor del 2,5 por ciento de la población de Israel. Cada kibutz pertenece a una de las tres federaciones nacionales de kibutzim, cada uno de ellos identificados en una ideología específica.

La mayoría de los kibutzim están ideados de acuerdo a un plan similar que incluye un área habitacional situada en un entorno de jardines, con las cuidadas casas de los miembros, las casas de los niños con zonas de juegos para cada edad, instalaciones recreativas y culturales y diversos servicios comunitarios. Junto a ella se encuentran los establos y los modernos gallineros, además de una o más plantas industriales. Los campos agrícolas, los huertos y las piscinas se ubican en las afueras, un corto viaje en tractor. Para llegar de un lugar a otro dentro del kibutz la gente lo hace a pie o en bicicleta, y se proporcionan pequeños vehículos con motor eléctrico para los ancianos o inválidos.

El kibutz funciona como una democracia directa. La asamblea general de todos sus miembros formula la política, elige los funcionarios, autoriza el presupuesto del kibutz y aprueba la admisión de nuevos miembros. Sirve no sólo como ente de toma de decisiones sino también como foro en el que los miembros pueden expresar sus opiniones y puntos de vista.

Los asuntos cotidianos son tratados por comisiones electas, que se ocupan de temas como educación, vivienda, finanzas, salud, planificación de la producción y cultura. Los titulares de algunas de esas comisiones, junto con el secretario del kibutz (que representa la más alta posición dentro de la comunidad) forman el ejecutivo del kibutz. Los puestos de secretario del kibutz, tesorero y coordinador de trabajo son, como norma, funciones de jornada completa.

Para los fundadores, cultivar la tierra de su patria ancestral y la transformación de habitantes de la ciudad en agricultores era un asunto de ideología, y no sólo una forma de ganarse la vida. Con el paso de los años los miembros de los kibutzim transformaron yermos en vergeles, con campos cultivados, huertas, avicultura, ganadería, piscicultura y, más recientemente, agricultura orgánica, transformándose en sostén de su economía.

A través de una combinación de trabajo arduo y métodos tecnológicos agropecuarios avanzados, lograron resultados extraordinarios, constituyendo hoy en día un gran porcentaje de la producción agrícola del país.

Las actividades de producción del kibutz están organizadas en varias ramas autónomas. La mayoría de ellas todavía están en el campo agrícola, sin embargo hoy en día todos los kibutzim se han volcado a varios tipos de industria.

Aunque la industria fabrica una amplia gama de productos, desde modas a sistemas de irrigación, la mayoría de la industria kibutziana se concentra en tres ramas principales: metalurgia, productos plásticos y procesamiento de alimentos. La mayoría de las fábricas son más bien pequeñas, con menos de cien trabajadores cada una.

En muchas zonas, los kibutzim han unido sus recursos, estableciendo empresas regionales como desmontadoras de algodón y plantas de empaque de aves, además de proporcionar una ser de servicios que van desde la compilación computarizada de datos hasta el mercadeo y la adquisición de productos en forma conjunta.

La contribución de los kibutzim a la producción del país, tanto en la agricultura (33 por ciento de la producción agropecuaria) como en la industria (6,3 por ciento de los productos manufacturados) es mucho mayor que su proporción de la población (2,5 por ciento).

En los últimos años, un número cada vez mayor de kibutzim se han transformado en centros turísticos, con servicios recreativos, tales como hospederías, piletas de natación, facilidades de equitación, canchas de tenis, museos, granjas de animales exóticos y parque acuáticos para el visitante israelí y los turistas extranjeros.

Ante la expansión de los centros urbanos y el crecimiento de la población de Israel, algunos kibutzim se han transformado en virtuales suburbios de las ciudades. Gracias a esta proximidad, muchos de ellos ofrecen ahora servicios al público, tales como lavanderías comerciales, abastecimiento de comidas a domicilio, tiendas para la venta de sus productos, guarderías infantiles e incluso campos de veraneo.

El trabajo es un valor en sí y de por sí, y el concepto de la dignidad del trabajo eleva el nivel de las tareas más bajas, sin que se le atribuya ningún status, material o de otro tipo, a ningún tipo de tarea.

Los miembros son designados para cumplir sus funciones por diversos períodos de tiempo y las tareas rutinarias, como el trabajo en la cocina y en el comedor, se realizan por turno. Cada rama económica es dirigida por un administrador elegido que es reemplazado cada 2 a 3 años. Un coordinador económico es el responsable de la organización del trabajo de las diferentes ramas y de implementar los planes de producción e inversión.

A pesar que las posiciones directivas se hacen cada vez más profesionales, los kibutzim han adoptado una serie de métodos administrativos y de organización para adaptar su estructura económica a las necesidades de la hora sin perder el sentido de responsabilidad mutua y de equidad laboral.

Las mujeres participan en forma equitativa en la fuerza laboral, teniendo abiertos ante sí todos los trabajos en los diferentes sectores del kibutz. Sin embargo, a diferencia de las mujeres del kibutz de hace dos generaciones, que pretendían demostrar su valor realizando "trabajo de hombres", hoy en día la mayoría es renuente a trabajar en la agricultura y en la industria, prefiriendo labores en la educación, la salud y otros servicios.

Los miembros más antiguos son asignados a trabajos apropiados a su estado de salud y vitalidad.

La mayoría de los miembros trabajan en el kibutz mismo, pero otros son empleados en empresas kibutzianas regionales; algunos son enviados por el kibutz a cumplir funciones educacionales y políticas en el marco de su movimiento nacional; otros hacen uso de su talento o profesión fuera del marco del kibutz. Los ingresos de estos trabajadores van a la caja del kibutz.

La ocasional falta de personal en la industria, las labores agrícolas, servicios turísticos y otras tareas exigen la contratación de mano de obra asalariada, aunque esta práctica contradiga el principio del kibutz de la autosuficiencia en el trabajo. Muchos kibutzim reciben en su seno a jóvenes voluntarios de Israel y del extranjero por períodos de un mes o más, y así solucionan parcialmente el dilema de la contratación de fuerza laboral externa.

A diferencia de los tiempos de antes, cuando los niños vivían en una casa de niños comunal, los niños en la mayoría de los kibutzim duermen en la casa de sus padres hasta que llegan a la edad de la escuela secundaria. Sin embargo, la mayoría del tiempo lo pasan entre sus pares en instalaciones especialmente preparadas para cada grupo generacional. Al mismo tiempo, los padres se ven cada vez más involucrados en las actividades de sus hijos y la unidad familiar está ganando cada vez más importancia en la estructura de la comunidad kibutziana. Hoy, las nietas de aquellas mujeres que hace 75 años atrás insistían en que las llevaran de las tareas domésticas, son la fuerza que brega dentro del kibutz para una mayor participación paternal en el cuidado de los hijos y para un mayor tiempo de la mujer en el hogar para la atención de sus familias.

Los niños crecen aprendiendo el valor y la importancia del trabajo, y sabiendo que cada uno debe contribuir con su parte. Desde el jardín de infantes, el sistema educacional enfatiza el valor de la cooperación en la vida cotidiana, y desde los primeros grados en la escuela, los chicos deben cumplir tareas y tomar decisiones en lo que concierne a su grupo. En un comienzo, los niños llevan a cabo labores regulares dentro del marco de su grupo de edad; los niños mayores asumen algunos trabajos en el kibutz, y en el nivel de la escuela secundaria dedican un día completo por semana a trabajar en alguna de las ramas de la economía del kibutz.

Las escuelas primarias normalmente se encuentran en el marco del kibutz, mientras que los niños mayores asisten a una escuela secundaria kibutziana regional, que sirve a varios de los kibutzim de la zona, para adquirir una gama más amplia de asignaturas académicas y de contactos sociales. A todos los niveles de edad, se presta gran atención a los jóvenes con talentos o necesidades especiales. Alrededor del 40 por ciento de todos los jóvenes nacidos en el kibutz vuelve a radicarse en el kibutz después de completar el servicio militar. Así, la mayoría de la población creció en el kibutz y decidió construir allí su futuro.

Basado en la participación voluntaria de sus miembros, el kibutz es una sociedad comunal que asume la responsabilidad por las necesidades de sus miembros a lo largo de sus vidas. Esta es una sociedad que aspira permitir a sus miembros el desarrollo máximo de su potencial, al mismo tiempo que exige responsabilidad y participación de cada persona en el bienestar de la comunidad.

Para algunos, la sensación de seguridad y satisfacción engendradas en la pertenencia a una pequeña y cerrada comunidad es una de las ventajas de la vida en el kibutz, mientras que otros pueden considerar la vida comunal como limitante.

En un comienzo la sociedad kibutziana como un todo tenía prioridad por encima de la unidad familiar. Con el tiempo, esta procedencia cambió, al tender cada vez más la comunidad a centrarse en la familia. Hoy en día, en el contexto de una sociedad normal de abuelos, madres y padres, tíos y tías, hijas e hijos, el kibutz sigue ofreciendo un nivel de cooperación que provee un marco social de seguridad económica personal.

En comparación con el pasado, en la actualidad los kibutzim ofrecen a sus miembros una mayor gama de elecciones individuales. Los miembros gozan de una mayor liberalidad en todos los aspectos de su vida, desde la selección de su ropa y los muebles hasta la elección de dónde y cómo pasar sus vacaciones.

Hay más oportunidades para seguir sus estudios superiores y se reconocen las necesidades especiales de los artistas y escritores, otorgándoseles tiempo para que lleven a cabo sus propios proyectos. Aunque de hecho no reciben dinero en la mano, los miembros gozan de un presupuesto anual que les permite gastar como mejor les parezca.

El kibutz no es solamente una forma de asentamiento y un modo de vida, sino que también es una parte integral de la sociedad israelí. Antes del establecimiento del Estado de Israel, y en sus primeros años, el kibutz asumió funciones centrales como el asentamiento, la inmigración, la defensa y el desarrollo agrícola. Cuando esas funciones fueron transferidas al gobierno, la interacción entre el kibutz y la sociedad en general decreció, aunque nunca cesó del todo.

Además de su activa participación en la vida política del país, el kibutz ha asumido varias misiones nacionales a lo largo de los años.

Un considerable número de kibutzim lleva a cabo cursos de cinco meses de duración para inmigrantes, que combinan la enseñanza del idioma hebreo con paseos por el país, charlas sobre diversos aspectos de la vida en el kibutz y algunas horas de trabajo en el mismo.

Algunos kibutzim participan en un proyecto por el que aceptan jóvenes de familias desaventajadas durante los años de escuela secundaria; algunos de estos jóvenes eligen seguir viviendo en el kibutz y pasan a ser miembros del mismo.

La celebración de todas las fiestas, incluidas las bodas, bar mitzvot y aniversarios se planifican en el kibutz para toda la comunidad.

Con el correr de los años, los kibutzim han desarrollados singulares formas para la celebración de las festividades judías tradicionales, las fiestas nacionales y los eventos personales, como bodas, bar-mitzvot y onomásticos. Los festivales y los motivos agrícolas, que se celebraban en la época bíblica, han cobrado nuevamente vitalidad por medio de canciones, danzas y las artes.

La actividad cultural abunda; frecuentemente se proyectan películas y se realizan presentaciones artísticas profesionales en los auditorios del kibutz, además, durante varias horas al día se transmiten por circuito cerrado programas de televisión destinados a los intereses y gustos de los miembros. Reuniendo a los talentos de los miembros de kibutzim de todo el país, los movimientos kibutzianos patrocinan a varios grupos profesionales, incluyendo una orquesta sinfónica, conjuntos de cámara, grupos de danza moderna y folklórica, coros y una compañía de teatro, que actúan regularmente en Israel y en el exterior.

Diversos kibutzim han establecido museos especializados en campos como la arqueología, la naturaleza, la historia judía y el desarrollo de la tierra de Israel, que atraen tanto a sus miembros como a grandes cantidades de visitantes.

El kibutz es un logro social y económico que surgió de una sociedad pionera, prosperó a la par de una economía que se expandió rápidamente y se distinguió por su contribución al establecimiento y desarrollo del estado.

Hoy en día el kibutz es el logro de tres generaciones. Los fundadores, motivados por fuertes convicciones y una ideología distintiva, formaron una sociedad con un singular modo de vida comunitario. Sus hijos, nacidos dentro del marco del kibutz, trabajaron duramente para consolidar su base económica, social y administrativa. La generación actual, que creció en una sociedad establecida y próspera, está dedicando sus energías y talentos a enfrentar los desafíos de la vida moderna en la era tecnológica.

Algunos temen que al adaptarse a las cambiantes circunstancias el kibutz se esté alejando peligrosamente de sus principios originales; otros creen que su capacidad para llegar a compromisos y a adaptarse es la clave de su supervivencia. Independientemente de lo que depare el futuro, mientras el kibutz mantenga su naturaleza democrática y el espíritu de voluntarismo, entrega e idealismo y siga motivando a sus miembros, tendrá suficientes recursos creativos para responder a las exigencias del futuro.