Israel es una nación que ha existido en tiempos modernos desde el año 1948. Sin embargo, la historia del
Antiguo Israel y su pueblo comenzó desde el mismo principio del tiempo. Los primeros pies que caminaron sobre la tierra fueron los de un hombre llamado Adán. Todos los pueblos, naciones, y tribus, provendrían eventualmente desde este solo individuo. Él fue el hombre creado del mismo polvo que barremos de nuestros pisos todos los días. Más tarde se le unió una mujer llamada Eva, quien fue formada, literalmente, de una costilla de su pecho. Estos dos individuos, como haría eventualmente
la nación de Israel, caminaron con Dios, hablaron con Dios, y vivieron juntos en un paraíso llamado Edén, solos con Dios. Sin embargo, su caída en el pecado terminó con todo esto y desde entonces ha llevado a la formación del mundo que conocemos hoy.
Han pasado siglos desde que Adán y Eva caminaron en el Jardín del Edén. Hoy, la humanidad puede sólo imaginarse lo que esos dos vieron durante su tiempo en este planeta. Sin embargo, lo poco que sí sabemos, nos dice el principio mismo de la historia más importante que la humanidad alguna vez conocerá o entenderá. Es la historia de una nación que eventualmente sería el hogar terrenal del Salvador de toda la humanidad. Jesucristo, el Hijo de Dios.
Historia del Antiguo Israel - Como Nación
Aunque
el Israel Antiguo tuvo que ver con muchos eventos sorprendentes e históricos desde la creación de Adán y Eva -- tales como el diluvio y la dispersión de las razas -- no fue sino hasta que un hombre llamado Abraham apareció, que la gente comenzó verdaderamente a formarse como una nación.
Abraham, como lo explica el capítulo 15 de Génesis, recibió una promesa, un
pacto de verdad, de Dios. En esta promesa, se le aseguró a Abraham que su pueblo sería tan numeroso como las estrellas de los cielos (Génesis 15:5) y que su gente recibiría la tierra en la que él vivía (Génesis 15:16-21). De la persona de Abraham provendría la nación más influyente y controversial de todos los tiempos. Desde su existencia como una nación, el pueblo de Israel es muy amado o muy odiado. A través de ellos muchos han recibido bendiciones y muchos han recibido maldiciones. A través de ellos, de una manera o de otra, somos lo que somos debido a su existencia.
La nación recibiría su nombre del nieto de Abraham, Jacob. Después de luchar con Dios (Génesis 32:22-31) el nombre de Jacob fue cambiado a Israel. Más tarde, como fue predicho por Dios, el pueblo de Israel entraría a la tierra que les fue prometida. Sin embargo, esto no pasaría hasta que una serie de eventos condujeran a la nación a la esclavitud en Egipto. José, uno de los hijos de Jacob, se convirtió en el segundo al mando en Egipto, y proporcionó un hogar para su pueblo en la tierra del Faraón, aunque después de su vida, ellos perdieron el favor del Faraón y fueron esclavizados duramente por 400 años. Sin embargo, Dios levantó a un salvador entre ellos para eventualmente libertar a Su
pueblo escogido. Este libertador, Moisés, fue utilizado por Dios de una manera poderosa y sobrenatural para sacar a los israelitas de Egipto y conducirlos a la Tierra Prometida.
Debido al pecado en el campamento, junto con un acto de desobediencia de Moisés, la nación israelita vagaría en el desierto por cuarenta años, y Moisés nunca vería la Tierra Prometida. Sin embargo, Dios proporcionó liderazgo al entrar a la Tierra Prometida mediante uno de los líderes de alto rango de Moisés, Josué. Con los desobedientes fallecidos y una nueva generación en su lugar, Israel entraría a su Tierra Prometida y la habitaría por los próximos 1500 años.
El tiempo de Israel en
la Tierra Prometida no sería nada pacífico. Durante los primeros años, la nación, gobernada por Josué y un grupo de jueces y reyes, conquistaría la Tierra Prometida purgándola de todos los pueblos impíos. Ellos adoraron al Señor y comenzaron a destacarse como una nación de influencia. Muchos líderes, como Samuel, el rey David, el rey Salomón, Elías, Jeremías, y Daniel, entre otros, influenciarían a la nación y a su gente. Sin embargo, a la nación le costaría mucho andar recta y obedientemente con Dios. Como resultado, Israel nunca aprovechó verdaderamente las
bendiciones que les ofrecía Dios. De hecho, el Antiguo Israel pasaría varios años dividido como nación, exilados de su tierra y separados de su Padre, Dios. Una y otra vez el Antiguo Israel desobedecería a Dios, sólo para regresar arrepentido bajo la gracia de Dios. Pero, con el tiempo, su infidelidad los separó de Dios y su influencia histórica comenzó a mermar.
Sin embargo, después de 400 años de silencio, en el cual no hubo ninguna comunicación registrada entre Israel y Dios, la influencia del Antiguo Israel se sentiría una vez más y con efectos eternos. Con estas palabras: "Una voz que clama en el desierto, ‘Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado. Los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados. Y verá toda carne
la salvación de Dios'" (Lucas 3:4-6), un hombre llamado Juan el Bautista prepararía al mundo para la persona más importante que jamás vivió. Jesús,
el Salvador de las almas, nació en Israel. Su vida, muerte, y resurrección se convirtieron en el punto de salvación eterno para todas las generaciones, y el punto de conexión del corazón humano con Dios.
Historia del Antiguo Israel - Un Ejemplo para Todos
La historia del Antiguo Israel es un ejemplo para todas las naciones y pueblos. A través de su ejemplo, conocemos hoy la importancia de la obediencia a nuestro Creador. A través de su ejemplo, entendemos la grandeza de la gracia de Dios y la grandeza de Su poder. Hasta desde un punto de vista práctico, nuestro mundo ha aprendido muchas cosas, desde cómo vivir una vida higiénica, hasta cómo vivir por las leyes de nuestras sociedades.
En el año 70 d.C., Israel fue destruido. Su gente, sin embargo, permaneció y la influencia que ellos tenían, continuó, especialmente a través de los muchos que siguieron el nombre de Jesús. Casi 2000 años más tarde, Israel recobró su estatus como nación, y la influencia, aunque no aceptada por todos, permanece como una fuerza poderosa en nuestro mundo. Sobra decir que
la historia de Israel es mucho más que historia antigua. Su influencia ha cambiado al mundo, y el que los llamó continúa llamando a todos los que le escuchan.